Actualmente podríamos afirmar que el rumbo de un país y su crecimiento dependen directamente de su modelo económico y qué tan eficiente sea este. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que no existe modelo perfecto, ni el mismo Capitalismo. Probablemente, y contrario a lo que planteaba Adam Smith quien afirmaba que “cualquier acción moral voluntaria contradice las reglas del mercado y simplemente termina por desplazar al empresario moralizante del mercado”, la falla de dichos modelos no se deba a los errores inherentes en sus planeamientos e ideologías, sino en algo tan simple como que los que viven del sistema e interactúan en el somos nosotros, los humanos, seres naturalmente imperfectos.
Así, es imposible desligar la dimensión humana del desarrollo del comercio, por lo que se debe de tener en cuenta que en cualquier actividad económica se tendrán que tomar decisiones polémicas, probablemente reñidas éticamente pero necesarias para el éxito. No obstante, es parte de nuestra naturaleza que prevalezca en muchos casos las ansias de éxito, que posteriormente se pueden convertir en ambición, uno de nuestros principales defectos y acaso el que más afecta el óptimo desarrollo de cualquier modelo económico. Efectivamente, en los últimos tiempos la gran mayoría de las estafas financieras mundiales han sido causadas por la ambición de los empresarios o de sus “espíritus animales”, como lo planteaba Keynes, que eran los factores que desestabilizaban cualquier sistema económico. Así, en el presente blog se hablará sobre una de las más conocidas vías de estafa financiera, la captación masiva e indebida, más conocida como estafa piramidal.
Hemos elegido este tema porque éste es una modalidad de fraude en la cual incurren varios agentes del sistema financiero. Se puede decir que este delito tuvo un gran impacto en la vida financiera peruana alrededor de los años 90 con el Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial más conocido por sus siglas como CLAE dirigido por el tristemente conocido Carlos Manrique.
Según el código penal de Colombia, dicho ente define el delito de Captación masiva y habitual de fondos como: “Quien capte dineros del público en forma masiva y habitual sin contar con la previa autorización de la autoridad competente” y “El código penal colombiano tipifica el delito de «captación masiva y habitual de dinero» con el fin de proteger el ahorro del público frente a empresas que funcionan como entidades financieras sin las debidas autorizaciones y controles estatales.”
En los fondos pirámides, los atractivos y elevados intereses que paga la organización a sus inversionistas, sin especificar cómo y en qué se están invirtiendo, provienen de fondos que aportan otras personas
La modalidad de este tipo de fraude es simple. En primer lugar, la víctima es contactada para que deposite un monto; por ejemplo 100 soles, con la promesa de que le van a entregar 500 soles si mantiene dicho depósito en un periodo de tiempo. Por consiguiente, su dinero es usado para pagarle a un inversionista anterior. La única condición que le imponen a la víctima es de traer a una cierta cantidad de personas que realicen la misma inversión es decir 100 soles. Después de que pase el periodo de días acordado, la victima recibe lo prometido ya que dichos aportes provienen de sus amigos y otras personas que invirtieron después de él. Sin embargo, es probable que sus amigos no recuperen su dinero, ya que para que los tres obtengan los beneficios se requiere de una mayor cantidad de personas. Por lo tanto, a mediano y largo plazo, las pirámides caen porque su base es tan grande por lo que, ahora, es más complicado captar a más personas para pagar a los inversionistas anteriores y como resultado catastrófico, la pirámide se derrumba y los inversionistas se convierten en víctimas.
Claudio Yauri Montesinos y Eduardo Nuñez Vitor